
nadie: los micropagos. Hablamos de pequeñas cantidades que debemos desembolsar, mediante tarjetas prepago o de crédito, para acceder a determinados contenidos exclusivos de un juego concreto, para compar títulos ”arcade” de ínfimo presupuesto y diversión directa o bien, como en el caso de Wii, para comprar alguna de las ”viejas glorias” del videojuego en formato ROM.
En el otro lado de la balanza están los que defienden este sistema como una forma de alargar la duración de los productos. Existen de hecho juegos que salen a la venta con todas sus características y modos ”de serie” pero que luego se van ampliando con características ”opcionales” (innecesarias para jugar por definición) por las que se puede pagar si se es un verdadero fan del juego en cuestión. En este caso las actualizaciones (con un precio razonable, eso sí), parecen ser lícitas. ¿Qué pasaría si en vez de pagar 70 euros cada año por una nueva entrega de FIFA, tuviéramos que pagar solo 20 por una actualización de plantillas y demás mejoras, habiendo adquirido de forma previa una copia completa del simulador?.
Pero además de las expansiones, estamos asistiendo a un nuevo fenómeno: los juegos ”arcade” y las ROMS. Pagamos por adquirir juegos de mecánica y desarrollo simples que nos proporcionen esa ”diversión directa” de la que llegan a pecar los títulos más avanzados a nivel gráfico. Estos juegos están demostrando que no es necesario un gran presupuesto para crear algo que nos divierta, porque, al fin y al cabo… ¿no es eso de lo que se trata con los videojuegos?. Las que no merecen tantos alagos son las ROMS o versiones de juegos antigüos, especialmente sus altos precios (véase el caso de Wii). Son muchos los que piensan que el desmbolso pos estos juegos es excesivo teniendo en cuenta que ya fueron explotados económicamente en su día y que el coste de desarrollo para la compañía es nulo, ya que ésta se limita simplemente a alojarlos en el espacio de descarga.
La conclusión parece clara: estos juegos (nuevos o antigüos), descargas o expansiones de precio ”reducido”, parecen ser útiles para el panorama jugón actual siempre y cuando estén justificadas y no busquen sacarnos burdamente aún más dinero a unos consumidores que tenemos que desmbolsar una millonada por cada título adquirido.